Los Fragmentos del Edén poseen una larga historia que forma parte de la historia de la humanidad. Los Fragmentos del Edén fueron creados por la Primera Civilización para controlar a la humanidad y así hacerlos trabajar como esclavos. Los humanos reaccionaron a los efectos de los Fragmentos del Edén a través de un único neurotransmisor implantado en sus cerebros.
Mientras que el resto de la Primera Civilización estaba ocupada luchando en la guerra contra los humanos, Jupiter, Juno y Minerva fueron asignados para encontrar soluciones a la inminente erupción solar. Fueron reubicados en el Gran Templo en Turin, Nueva York, el cual requería una Manzana del Edén para poder entrar, la Llave del Gran Templo.Las relaciones entre los humanos y la Primera Civilización dieron lugar a una raza híbrida y mestiza, inmune a los efectos hipnóticos de los Fragmentos del Edén. En el año 75010 A.C., dos de esos híbridos, Adán y Eva robaron una de las Manzanas a sus maestros y escaparon del cautiverio al que estaban sometidos en Edén. Poco después la guerra estalló, volviendo a los humanos en contra de sus dioses.
Para entonces, la Primera Civilización era capaz de generar pequeños campos magnéticos a través de Anillos del Edén. Usando una tecnología similar, la Primera Civilización esperaba poder crear un campo magnético gigante para proteger la Tierra de la erupción solar, el cual era su segundo intento de salvar el mundo. Sin embargo, carecían de energía suficiente para hacerlo, y aunque otros les exigieron crear campos para proteger porciones cada vez menores de la Tierra, finalmente fueron incapaces de hacerlo.
La Primera Civilización descubrió que si los suficientes humanos eran sometidos a la esclavitud de los Fragmentos del Edén y obligados a creer, sus pensamientos se hacían realidad. Jupiter, Juno y Minerva consideraron la posibilidad de cambiar así el consenso. Siendo este su tercer intento, mandaron una Manzana de Edén al cielo, y cuando estuvo situada, formularon la frase "Ponnos a salvo". Sin embargo, el plan falló y decidieron mandar una docena al cielo, nuevamente sin éxito.
Tan solo diez años después de que estallara la rebelión, la erupción solar destruyó la mayor parte de la superficie de la Tierra y de su población, dejando tan sólo unos diez mil humanos vivos y muchos menos de los de la Primera Civilización. Los miembros restantes de la Primera Civilización fueron venerados como dioses por los humanos, y la Primera Civilización a cambio ayudó y guió la cultura de las civilizaciones humanas antiguas.
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